miércoles, 4 de junio de 2014

Un pueblito bueno.


Tengo que decir por anticipado que soy una “urban woman”, que estoy enamorada de mi ciudad (Bilbao) y que no puedo vivir sin el mar, ni el shopping. Pero año tras año vuelvo a disfrutar de mi pueblito bueno.

Cuando vi el anuncio de Aquarius en la televisión con la propuesta de adoptar un pueblito bueno, me vino la imagen de mi pueblo: VALDEZATE. Es un pequeño pueblo de Burgos, en un enclave privilegiado de la Rivera del Duero. En él, nacieron mis bisabuelos, mis abuelos y mi madre. Un pueblito que, como veis, adopté por derecho propio.




No es el pueblo más bonito de España, está lejos de tener ambientazo, no tenemos un rio caudaloso donde bañarnos en verano, ni está lleno cafeterías; pero tiene algo especial. Tiene una magia que te hace olvidar el agobio del día a día, de las prisas y del tiempo.


En este pueblito, he pasado los mejores veranos de mi vida desde que nací. Pasando por la adolescencia, que fue lo mejor, y ahora sigo disfrutándolos todos los años con mi familia, que está tan encantada como yo.


Compartí veranos enteros con mi hermano, mis primos (17 ni más ni menos) de todas las edades y mis abuelos. Disfrutando del aire puro, de las comidas y meriendas todos juntos, de juegos, de peleas y de confidencias. En definitiva, de la libertad y de crecer como persona compartiendo con todos. Algo que hace, que a día de hoy, tengamos una relación tan especial.




También encontré buenos amigos con los que compartir y disfrutar desde la infancia. Ahora, esa cuadrilla de jóvenes que queman el verano la componen nuestros hijos, la historia vuelve a repetirse.



Es mi sitio de reencuentro con mi alma gemela, en el que todos los veranos por unos días volvemos a ser nosotras y cargamos pilas para enfrentarnos con el nuevo año y sus retos. Pero lo más importante, es que tengo tiempo. Tiempo para mi, para dormir muchas horas, para dar largos paseos, para leer, para tomar el sol, para pararme a pensar, para charlar conmigo misma, para comer pipas mientras parloteo con mi gente (me encanta y solo lo hago allí, ¡que curioso!) y para disfrutar mucho de mis amigos.













Aunque me gusta viajar (es lo que más me gusta hacer en el mundo), disfrutar en buenos hoteles donde me lo den todo hecho y no concibo el verano sin la playa; todos los años necesito volver a mi pueblo y saborear la libertad que te ofrece un pequeño y perdido pueblo de nuestra geografía.

















Os felicito si tenéis uno y si no, os animo a adoptarlo.