Tengo que decir por anticipado que soy una “urban
woman”, que estoy enamorada de mi ciudad (Bilbao) y que no puedo vivir sin el
mar, ni el shopping. Pero año tras año vuelvo a disfrutar de mi pueblito bueno.
Cuando vi el anuncio de Aquarius en la televisión
con la propuesta de adoptar un pueblito bueno, me vino la imagen de mi pueblo:
VALDEZATE. Es un pequeño pueblo de Burgos, en un enclave privilegiado de la
Rivera del Duero. En él, nacieron mis bisabuelos, mis abuelos y mi madre. Un
pueblito que, como veis, adopté por derecho propio.
No es el pueblo más bonito de España, está
lejos de tener ambientazo, no tenemos un rio caudaloso donde bañarnos en verano,
ni está lleno cafeterías; pero tiene algo especial. Tiene una magia que te hace
olvidar el agobio del día a día, de las prisas y del tiempo.
En este pueblito, he pasado los mejores veranos
de mi vida desde que nací. Pasando por la adolescencia, que fue lo mejor, y
ahora sigo disfrutándolos todos los años con mi familia, que está tan encantada
como yo.
Compartí veranos enteros con mi hermano, mis
primos (17 ni más ni menos) de todas las edades y mis abuelos. Disfrutando del
aire puro, de las comidas y meriendas todos juntos, de juegos, de peleas y de
confidencias. En definitiva, de la libertad y de crecer como persona
compartiendo con todos. Algo que hace, que a día de hoy, tengamos una relación
tan especial.
También encontré buenos amigos con los que
compartir y disfrutar desde la infancia. Ahora, esa cuadrilla de jóvenes que
queman el verano la componen nuestros hijos, la historia vuelve a repetirse.
Aunque me gusta viajar (es lo que más me gusta
hacer en el mundo), disfrutar en buenos hoteles donde me lo den todo hecho y no
concibo el verano sin la playa; todos los años necesito volver a mi pueblo y saborear
la libertad que te ofrece un pequeño y perdido pueblo de nuestra geografía.
Os felicito si tenéis uno y si no, os animo a
adoptarlo.