En pleno siglo XXI y aún seguimos reivindicando nuestro
sitio en la sociedad. Parece increíble, con todos los avances logrados, con lo
diferente que ha sido nuestra vida a la de nuestras madres. ¿No os habéis
preguntado por qué?
Las mujeres de nuestra década nos hemos convertido en las
heroínas de este siglo. Todas, o al menos la gran mayoría; con estudios,
profesiones liberales, madres, esposas, solteras, divorciadas, con cargas o sin
cargas familiares. Todo un abanico de situaciones en las que nos pasamos la
vida demostrando que las mujeres podemos hacer varias cosas a la vez.
Genial, la gran mayoría nos sentimos orgullosas de poder
compaginar casi a la perfección nuestra profesión con nuestra vida familiar y social.
Y realizadas, porque cuidamos nuestra imagen, vamos al gimnasio,
realizamos todo tipo de actividades
fuera de horario (labores, cocina, Inglés, estudiamos...). Pero “casi”. ¡Que
fallo! Porque, con todo ello, no conseguimos la perfección. Somos “casi”
perfectas madres, amantes, amas de casa… Dejando aparte la vida laboral, porque
si quieres llegar a lo más alto en tu profesión, ve olvidándote de ser perfecta
en el resto. Antes, las solteras envidiaban a las casadas, ahora es al revés.
Añoramos estar un momento a solas para relajarnos y huir para volver a
recuperar el ánimo para seguir. Y pensamos “¿Por qué? Si he conseguido lo que quería en la vida”.
Todo esto me lleva a la conclusión de que no hemos avanzado como
deberíamos. No somos heroínas, somos esclavas de nuestra propia libertad, ¡que
ironía!
Y es que, no quiero ser perfecta, ni estar siempre impecable,
ni ser la mejor madre y esposa del mundo. No quiero ser una Wonder Woman de la
década de los ochenta adicta al trabajo. No necesito grandes planes para
desconectar, ni decirle al mundo que puedo con todo, porque no es cierto.
A mis cincuenta necesito a los que me rodean, tanto en mi
vida familiar como en la profesional sin necesidad de tener que dirigirlo todo.
Quiero disfrutar de lo que me gusta con mi familia, con mis amigos y sobre todo
conmigo misma. Por fin, a nuestra edad no necesitamos ser perfectas para ser
felices.
y la que pretenda serlo jjamas será feliz! ya nacimos perfectas con nuestras imperfecciones jejejeje
ResponderEliminarLo importante es sentirnos a gusto con nuestros pequeños y grandes logros.
ResponderEliminarSentirnos nosotras mismas porque nuestras pequeñas imperfecciones hacen que sean lo que somos y tenemos mucho que ofrecer, que experimentar.....que vivir.